02 marzo 2017

Contaminación de alimentos

Detectar mercurio en el pescado

Un nuevo método de fluorescencia revela en cuáles hay presencia del metal tóxico al iluminarse por contacto con la substancia brillante.

El mercurio es un metal tóxico que puede llegar al medio ambiente desde fuentes naturales, pero en las últimas décadas se han disparado sus concentraciones en zonas marinas y terrestres por los vertidos industriales. En la cadena alimentaria se presenta diluido en forma orgánica, como metilmercurio, o inorgánica.
Ahora, investigadores de la Universidad de Burgos han fabricado un polímero fluorescente, llamado JG25, capaz de detectar la presencia de esas dos formas de mercurio en muestras de pescado.

La técnica se aplicó, mediante una sonda polimérica portátil que se puede usar in situ, en muestras de dos gramos extraídas de diversas especies. La relación cuantitativa entre los niveles de mercurio en el pez y el incremento de la fluorescencia se verificó con un análisis químico (denominado ICP-Mass).

Los resultados revelan que los peces más grandes tienen cantidades más elevadas de mercurio: entre 1,0 y 2,0 partes por millón (ppm ) en pez espada, el atún y cazón; alrededor de 0,5 ppm en congrio y 0,2 ppm en panga. En el salmón de piscifactoría no se encontró esta sustancia nociva, ya que aunque son pescados de gran tamaño y en la parte superior de la cadena trófica, en cautividad no hay presencia del metal.

La Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA) recomienda que la ingesta semanal tolerable de metilmercurio sea de no más de una ración que contenga cantidades superiores a 1,6 microgramos por kilo de pescado (µg/kg), y de 4 µg/kg para el caso del mercurio inorgánico, cantidad superior a lo detectado.

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